Hemos amanecido en Ravello, desayunamos en la habitación y a ver el pueblito... ¡¡Qué pasada!! y que vistas impresionantes. Hemos estado en los jardines de Villa Cimbrone, una auténtica maravilla, impactante, el menda no tenía dos dedos de tonto vamos, ni un solo pelo, para vivir allí. ¡Que pasada! Luego nos hemos perdido por sus preciosas calles, una maravilla, que bien cuidado lo tienen todo.
Dejamos Ravello para ir a la Gruta Esmeralda por unas carreteras de montaña que quitan el hipo, curvas cerradas, carreteras supermegaarchiestrechas, unas vistas acojonantes... Hemos ido de un lado de la costa al otro bordeándolo. La gruta es espectacular. La dejamos y vamos por esas carreteras otra vez a Positano, el pueblo de las tiendas para ricos: qué precios, con mi nómina no tengo ni pa pipas aquí pero es precioso. Comemos Pizza Caprichosa y Gnochi de queso y setas. La Costa Amalfitana es una maravilla y de aquí nos vamos a Sorrento.
Sorrento es otra maravilla, muy bonito, pero estamos tan cansados que decidimos seguirla viendo mañana por la mañana. Cenamos encima del mar en el Restaurante Delfino unos fritos de pescaito y rissoto de la casa, muy bueno todo. Ahora a dormir y descansar!! Por cierto, Sorrento es la gran sorpresa del viaje.
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