Vistas de página en total

Girona o Gerona, como ustedes prefieran

Bueno, pues ya estamos en Girona. Un vuelo agradable donde no nos han dado de nada y ofrecido de todo, hasta lotería: es lo que tiene el low-cost. Al llegar al aeropuerto, pillas un bus que por 2.4 € por persona te lleva a la ciudad. De la estación hemos tenido que volver a subir hasta el hotel Melia. La habitación está muy bien y tiene de todo: cama grande, café... Ojalá en Italia los hoteles sean la mitad de este... Y ahora a ver Girona...


Pues mola mazo Girona, que diría Camilo Sexto... Salimos del hotel al Parc Mingdia (que no tiene nada que ver), luego calle Joan Maragall (que está llena de tiendas) y sales a la Plaza de Cataluña y al río, al puente de piedra desde donde se ve casi toda Girona y la casitas del río. Luego fuimos por un lateral hasta el barrio judío. ¡¡Encantador!! Se parece a la época de Los Pilares de la Tierra ahora que está de moda. Es precioso perderse por sus callejuelas y entretenerse con las fotos, sobre todo cuando aprendes a hacerlas en B/N y sepia.



Luego hemos subido a la catedral y hemos entrado en los baños árabes. Después, hemos hecho fotos en un río que hay detrás de San Pere de Galligants o algo así y luego a jalar. La comida no era gran cosa pero el garito era muy bonito aunque a Soni no le ha bastado eso y ha salido cabreada. Para mejorar, un cafelito en la Plaza en la Independencia para luego coger el L2 y echar una reparadora siesta en el hotel... Los mochileros se lo han ganado.



Nos hemos despertado muy perros. Yo he bajado al jacuzzi un ratito y luego hemos ido a cenar. Nos dirigimos a la Rambla Libertad y en un irlandés nos hemos metido unos aperitivos y una ensalada para mi y para Sonia un bocata. La vedad es que es una ciudad que por la noche no tiene vida: no hemos visto a nadie por la calle y nos ha costado coger un taxi. Pero ahora a sobar que mañana nos vamos a Brindisi.

Ya estamos en Italia

Espero que sea el último madrugón del viaje porque si no, no llego a Nápoles: es que nos hemos levantado temprano para coger el bus y no tener problemas de tráfico, facturación o cualquier otra cosa. A Soni le ha venido bien porque está pudiendo probar todas las colonias del diutifri: a ver si ponen la puerta de embarque y nos piramos ya... Por cierto, parece que no pero el aeropuerto de Girona se peta de gente... No somos los únicos mochileros.
Ya tenemos puerta de embarque: la 9. Los italianos se agolpan delante de ella y no respetan las filas. El imbécil que tenía detrás se ha tenido que esperar a abrir su maleta hasta que ha entrado en el cacharro puesto a tal efecto: de poco le ha servido colarse.
Y por fin volando.. volando voy, volando vengo. Ahora estamos cruzando el Mare Nostrum.
Antes de que se me olvide, a Jose le ha dado por decir que vamos en plan mochilero y al loro, todo por un motivo: ¡¡cogimos un bus que iba del aeropuerto a Girona!! Por favor... que alguien le explique el verdadero sentido de la palabra mochilero porque a mí ya no me quedan más palabras... En plan mochilero y llevamos un maletón de flipar, hemos dormido en un peazo cama que contenía un mapa para no perderse en ella, una habitación enorme con servicio de café y te, un uso totalmente gratis del gym, jacuzzi, sauna... Los hoteles de Italia los hemos pillado buenos, hemos alquilado un coche... Nada de coger trenes y buses... Por favor ¿es esto ir en plan mochilero? Tengo a mi lado al que se cree el nuevo Labordeta, ¡¡pero Labordeta de cuatro estrellas!! Dónde quedó el significado de mochilero: dormir en albergues y hostales La Pelos, patear, coger busetos y como mucho un taxi cuando el callo ya no te deja de joder, comer bocatas de jamón un día sí y otro también... Eso es el verdadero significado de mochilero... Por favor Jose, ¡un poquito de cultura viajera, chatín!
El tiempo en Brindisi es bueno, incluso hace calor. Para recoger el coche hemos tenido que dejar una fianza de ¡¡1000 €!! que lógicamente devuelven luego. Ninguna de mis tarjetas ha funcionado y menos mal que Soni tenía la suya y su carnet de conducir. Nos han dado un Alfa Romeo y no nos han cobrado suplemento. Nos vamos al hotel Sanlu, en Serrano y los italianos nos deleitan con una multitud de infracciones de tráfico: para adelantar en carreteras de un solo carril, se echan a la derecha para que pases y les importa tres cojones la línea continua. Por no hablar de los excesos de velocidad y lo que parece que les gusta picarse...
Llegamos al hotel. La habitación y el baño muy chulos y ahora camino de Otranto. Es muy bonito con su castillo, su catedral, su iglesia bizantina, sus vistas al mar y lo mejor o lo peor... no hay donde comer, todo cerrado y las tripas rugiendo.

 Calmamos a las fieras con unas roscas de Limoncello (por 2€) que están muy buenas... Bueno, o nos saben buenas por el hambre. Ponemos rumbo al Lago Alimini: supertocho y desemboca en el mar. Oh, oh... apretón, al hotel a dejar los regalos (aquí vienen los Reyes antes que en España... ja, ja, ja. Los Reyes, Papa Noel...) Descansamos y a llenar el buche a Otranto, una cena escasa... o eso o que los platos eran muy grandes!! y para compensar, helado pal body. Vaya, se pone a llover, cogemos al Romeo y nos volvemos al hotel.

La Lecce que te han dao

Nos hemos levantado a las ocho tras escuchar los santos cantos gregorianos de mi amigo y de ducharnos; hemos bajado a desayunar y como nos encantaron los lagos Alimini esos he decidido recrearlos en el comedor del hotel y oye, me han quedado niquelados, santa réplica. Hemos reforestado los alrededores del hotel y rumbo a Lecce: nos ha gustado mucho su Duomo, el teatro romano, etc... Muchas cosas hemos visto aquí.


Como ya no queda nada por ver, cogemos a Romeo y nos vamos a Gallipoli. Aquí hemos llenao la panza y nos disponemos a dar un voltio no más, que luego dejamos sin luz al pueblo.
El voltio por Gallipoli es muy bonito pero solo hay que ver la parte antigua, que es la que está separada por un puente de la parte nueva. La catedral está encajonada entre las casas y casi no se puede disfrutar de ella, pero aún así se la ve majestuosa. Las callejas son muy cucas y típicas mediterráneas: blancas, estrechas, altas...


De Gallipoli salimos a Santa Cesarea Terme, famosa por sus aguas sulfurosas, termas y grutas. Debido al azufre... ¡¡huele a bomba fétida todo el pueblo!! y yo no he sido. ¡¡Qué horror!! Ya pueden ser buenos los fangos y las aguas.



De vuelta al hotel, divisamos el Cabo Otranto y una genial perspectiva de la belleza de la Costa Adriática. Llegamos y a salir a cenar a uno de los dos restaurantes de Serrano... Le ex-rubia decide. Y al final hemos ido a uno a ponernos ciegos de antipasto y yo me he podido tomar una copita de Limoncello ¡¡ Por Dios, sabe a Gloria!!

Subiendo al norte... a por los Trulli

Ya es fin de semana y se nota: hay más gente en el hotel y anoche cenando se veía más actividad. Puglia no es una región muy habitada y la población se concentra en Lecce, Brindisi y Taranto. El resto de pueblos... cuatro gatos. Bueno, recogemos las habita y nos vamos. Hoy toca Brindisi, Ostuni, Locorotondo y Alberobello con sus Trulli y unas grutas naturales que pone en la guía. A ver si nos da tiempo que parece mucho...


Brindisi no es muy bonito, al menos para mí: solo tenía la catedral y dos columnas. Luego nos hemos ido a Ostuni... Preciosos: nos ha recordado a Santorini y Mikonos. No lo pone en la guía pero es un pueblecito espectacular y de ahí, camino a Cisternino.



Aquí hemos corrido un tupido velo porque no hemos visto nada aunque dicen que el centro histórico es muy bonito, por lo que nos vamos a Locorotondo: bastante bonito y hemos comido en la Trattoria Centro Storico o algo así y bastante bien. Con la panza llena nos vamos a Martina Franca que está bien la parte antigua: aquí ya empezamos a ver Trulli superchulos en la carretera.



Bueno, por llamarlo carretera porque era un camino cabras con un paisaje muy bonito y Trullis espectaculares. Hemos llegado a Alberobello y de ahí a las grutas que cuando hemos llegado estaban chapadas por lo que hemos cogido carretera y manta a Alberobello que hemos visto de noche y es muy bonito.... Ya veremos de día. Por cierto, la cena ha estado guay.





Pasito a pasito... a Basilicata

El hotel Sant Antonio de Alberobello es una especia de seminario adaptado para los turistas. Está al lado de la iglesia del mismo nombre, en el barrio de los Trulli. Éstas son las típicas construcciones de la zona y aquí están por todos lados. Son unas casas cónicas que dan la fama a este pueblo que por esto es patrimonio de la humanidad. Vemos las Trulli, la catedral y el Trullo Sovrano con sus habitaciones amuebladas.




Al terminar, carretera hacia Taranto: es una ciudad grande pero no tiene mucho que ver: el Castillo Aragonese, el puerto, unas ruinas griegas y la catedral que está en la Ciutat Vecchia rodeada de mierda por todos lados, tipos de flipar y construcciones derruidas. Es el típico ejemplo de cómo estropear una ciudad así que no perdemos más tiempo aquí y nos vamos a Massafra. El objetivo aquí es ver las criptas pero ¡¡oh la !! es domingo, todo está cerrado, nadie habla inglés y mucho menos español y no damos con ellas así que un par de fotos y nos largamos.




El siguiente destino es Metaponto: pero no el pueblo propiamente dicho sino las ruinas que hay antes de llegar: la Tavola Palatina y el parque arqueológico. Son impresionantes y parece que estás en Grecia pero se ven en poco rato. Al finalizar nos dirigimos a Matera que es uno de los objetivos del viaje y nos lo han recomendado.



Ya estamos en Matera y encontrar el hotel ha sido de locos: está en el barrio de los Sassi que son construcciones hechas en la piedra. El hotel no tiene ni recepción por lo que hemos tenido que llamar al gerente. La habitación es la sacristía de una iglesia bizantina (San Martino) de las muchas que en los Sassi previamente reformada, pero es muy pequeña; preciosa y cuca pero pequeña. Yo entro jodidamente en la duchas y para cagar las he pasado putas pero el encanto del sitio merece la pena. Paseamos por los Sassi hasta perdernos y decidimos dejar el resto para mañana así que cenamos una pizza sorpresa cojonuda y pasta para la rubia y a soñar con los monaguillos. Mañana tenemos que terminar de ver esto y tirar ya hacia Campania.


La piú bella Costa Amalfitana

Matera ha sido una sorpresa: ver las casas construidas en la roca viva es para recordar y hay una casa-gruta que se puede visitar: vivían con el burro en la casa y los bebés dormían en la cama con los padres o en la cómoda de la habitación... Así eran las gentes humildes de la Italia de los 50's. Nos salimos de los Sassi y vemos las tres iglesias que hay en Matera, el macchiato de rigor y al coche que hay 200 kilómetros hasta Minori y la costa Amalfitana... Otro objetivo del viaje. Espero que no nos hagan muchas pirulas en el trayecto.



Por fin llegamos a Minori: el trayecto hasta Salerno es bueno, a pesar de los nativos de la zona, pero la parte de la costa se le ha atragantado a Sonia. Las miles y miles de curvas perseguido por los coches de Pierre Nodoyuna que te quieren sacar de la carretera pero el final del camino merece la pena muchísimo. Minori es un pueblecito enano de la costa y lo mejor es la Babá al Limoncello: un bizcocho borracho con licor de limón que está de p.m. Limoneros hay a millones, como olivos y encinas en Puglia y aquí se vende muchísimo Limoncello. Está cojonudo: yo ceno una copita todas la noche. Minori se ve en poco tiempo así que que cogemos unas curvas más y nos vamos a Amalfi, que está antes de Ravello, donde dormiremos.



Es el típico pueblo costero para los ricachones italianos pero como es difícil de acceder no está masificado. Lo mejor es la catedral, de aspecto bizantino, pero al llegar hay un funeral por lo que preferimos perdernos por las calles, comprar pañuelos y preguntar para ir mañana a la Gruta esmeralda.
Se puede ir en barco o coche y como el yate lo tenemos en El Retiro, mañana lo haremos con la macchina. Al terminar, vuelta al coche, cuatro euros al del parking (se nota que por aquí hay pasta) y más curvas para ir a Ravello, la joya de la corona de la Costa Amalfitana.
Tal y como nos pasó ayer en Matera, encontrar el hotel ha sido una aventura pero por fin dimos con él, aunque tenemos que dejar el coche en la calle, al desamparo de los locos fitipaldis. Este hotel tiene mucho encanto porque aparte de una muy buena habitación tiene una vista sobre Amalfi de flipar. Bueno, en realidad desde todo el pueblo hay unas vistas preciosas pero ya casi es de noche y lo dejaremos para mañana. Ahora nos tomamos una cervecita sin conservantes con una camarera que está buenísima y luego a cenar pasta, tiramisú, macchiato y mi limoncello. Comer nos está saliendo bien de precio: hoy han sido 30 € y de ahí no suele pasar y nunca nos quedamos con hambre: se nota que somos mochileros. Para subir al hotel pedimos un taxi pero el dueño del restaurante es amigo de el del hotel y nos lleva amablemente... Si cuando hay pasta son muy majos estos tíos pero no les des un coche, no... Bueno, a sobar que mañana queremos terminar de ver Ravello que promete mucho y a ver si podemos ver la gruta esa. Luego Positano y Sorrento a coger los billetes para ir a Capri.



Sorrento, la grata sorpresa

Hemos amanecido en Ravello, desayunamos en la habitación y a ver el pueblito... ¡¡Qué pasada!! y que vistas impresionantes. Hemos estado en los jardines de Villa Cimbrone, una auténtica maravilla, impactante, el menda no tenía dos dedos de tonto vamos, ni un solo pelo, para vivir allí. ¡Que pasada! Luego nos hemos perdido por sus preciosas calles, una maravilla, que bien cuidado lo tienen todo.



Dejamos Ravello para ir a la Gruta Esmeralda por unas carreteras de montaña que quitan el hipo, curvas cerradas, carreteras supermegaarchiestrechas, unas vistas acojonantes... Hemos ido de un lado de la costa al otro bordeándolo. La gruta es espectacular. La dejamos y vamos por esas carreteras otra vez a Positano, el pueblo de las tiendas para ricos: qué precios, con mi nómina no tengo ni pa pipas aquí pero es precioso. Comemos Pizza Caprichosa y Gnochi de queso y setas. La Costa Amalfitana es una maravilla y de aquí nos vamos a Sorrento.



Sorrento es otra maravilla, muy bonito, pero estamos tan cansados que decidimos seguirla viendo mañana por la mañana. Cenamos encima del mar en el Restaurante Delfino unos fritos de pescaito y rissoto de la casa, muy bueno todo. Ahora a dormir y descansar!! Por cierto, Sorrento es la gran sorpresa del viaje.

Capri, la perla del Mediterráneo

Ya no podemos más... Los mochileros andan de capa caída pero hoy nos toca una de las perlas del Mediterráneo: Capri. Lo primero es un reparador desayuno porque el día se prevee duro y largo. Al salir, recorremos el camino de ayer para llegar al puerto: como siempre, nos acompañan las cuestas y escaleras de rigor. El puerto es poca cosa, no tiene nada relevante y después de gastar 13.5 € por viaje y cabeza, nos sentamos a esperar el barco ¡¡Cazzo!!Nos enteramos de que la gruta azul está cerrada, que pena... Es la auténtica joya de la isla así que tendremos que conformarnos con los otros tesoros capreses. Pues montamos, nos sentamos y zarpamos... y el barco empieza a moverse. A los cinco minutos Sonia tiene que salir a tomar el fresco: menos mal que son solo veinte minutitos y se hace corto que si no... Nada más llegar a Marina Grande, el puerto de la isla, nos dirigimos a coger una excursión alrededor de la isla por 14 €. Otro barco más. Nada más zarpar aparece una estatua que nos saluda para doblar un cabo de la isla y empezar a ve la primera gruta: la verde. Pequeña pero espectacular. Seguimos por la costa y se empiezan a ver las mansiones de los millonarios, allí en lo alto y llegamos a la gruta blanca, Marina Picola y los espectaculares farallones donde al pasar por debajo del de en medio te das un beso con tu pareja: muy romántico.





Seguimos hasta Punta Caterna y volvemos a puerto después de una hora. Ya en tierra firme, se pilla el funicular par subir a Capri y dura unos pocos minutos: como siempre, no hay cola que respetar. La ciudad de Capri tiene poco que decir; lo mejor es el reloj de la torre que hay a la llegada pero sobre todo, las tiendas de marca: no creo que los capreses vistan de Prada, Salvatore Ferragamo o Valentino la verdad. Empezamos a andar para perdernos por sus calles y cogemos dirección Villa Jovis pero hay que subir mucho y optamos por el Arco Natural donde además comemos en el restaurante que hay al lado. Allí observo que existe alguien que se tira cagando más tiempo que yo: un minuto más y me meo encima, que campeón. Bueno, el arco es grandioso y las vistas, como en toda la isla con de flipar. Terminamos de comer y corriendo al puerto, que perdemos el barco. Pues no, todavía no ha llegado: es curioso pero yo compré dos billetes para el último barco del día y me dieron para las 16:20 y veo que hay gente que lo tiene para las 16:05, 17:40... O sea, que en cada barco se monta el que quiera y los billetes los dan como los de la gana así que hay que estar un poco al loro para no perder el último y quedarte en una isla donde los sablazos son continuos. Nos montamos y últimas fotos a Capri.







De vuelta a Sorrento cogemos un bus para subir al centro, a Piazza Tasso y volver por la calle peatonal de ayer a hacer unas últimas compras antes de ir al hotel un rato y salir a cenar. Por cierto, tengo que hablar un poco de la comida italiana pero eso será mañana que ahora estoy sobándome.



Pompeya... nada en pie

Otro bello amanecer en Sorrento: la verdad es que la vista del Golfo es preciosa pero como todo lo bueno, esto también se acaba. Hoy vamos a Pompeya, la penúltima escala italiana de los mochileros.
Como todos sabéis, en Pompeya se lió parda cuando el Vesubio decidió erupcionar un buen día. Y no contentos con eso, a los de la ciudad se les presenta un terrible terremoto un para de días después. La consecuencia lógica sería que aquello hubiese quedado liso como un solar pero los romanos hacían las cosas bien y la ciudad medio aguantó. Pero no os adelanto...


Salimos de Sorrento dirección Nápoles para ir a Pompeya y ya se notan los primeros atascos. Han cortado un túnel que nos lleva a la autopista y nos toca rodear toda la montaña; a nosotros y a los miles de coches que van con nosotros. Por fin cogemos la autovía y el desvío a Pompeya: hay que seguir las indicaciones que pone "Scavi" pero hay una que pone "Scavi nosequé" que nos confunde, como a Dinio la noche... De todas manera, mal que bien, conseguimos llegar a la entrada de la antigua Pompeya. Dejamos la "macchina" en un parking cercano vigilado por un manco con cara de mala leche que por un pico por adelantado se compromete a cuidarnos el coche... A ver si está cuando salgamos...





Bueno, pues los mochileros se dirigen a la entrada, sacan sus entradas, se meten en el recinto (que es enorme) y se ponen a recorrer Pompeya: como digo es enorme y si no es por el planito de la entrada, te pierdes como que hay Dios. Pero mola mucho, sobre todo si te gusta la arqueología. Eso sí, puede resultar agotador: es muy grande y el calor te puede pasar una mala jugada, pero si vas no te arrepientes, eso seguro. Todo está prácticamente igual que cuando ocurrió lo del volcán, se pueden ver frescos en las paredes de las casas (frescas no, Soni no se pega a las paredes) e incluso las famosas estatuas de gente a quienes les pilló la lava... ¿Habría alguno cagando, el pobre? Y después de patear toda Pompeya, de comprar la típica lava del Vesubio y de encontrarme ¡¡50 pavos!! al Romeo de vuelta, un besito al manco y carretera y manta pa Nápoles. Lo bueno que tiene esto es que la autovía está en la puerta de Pompeya y sales directo a Nápoles.






Nápoles: cualquier tiempo pasado fue mejor... Ya solo llegar es una aventura: si se circulaba mal por esas carreteras de Dios, pues por aquí no te quiero ni contar. Ya en la ciudad, da una sensación terrible de que Gallardón ha estado por aquí: hay obras por todos lados y además, mal planificadas... Te cortan una calle y se la suda si no puedes llegar al otro lado. Las calles están empedradas, sin asfaltar: quiero decir que no es que se haya levantado el asfalto, no... Es que nunca lo han echado... Y de la basura, nada que decir: llevan de huelga más de un mes. Pero es que no se cortan un pelo: cogen la mierda y la tiran a la calle, adonde sea, con lo que las ratas son del tamaño de los caballos. Por lo visto, aquí la recogida de basuras está en manos de la Mafia y hasta que alguien no suelte más tela, pues no se recoge la mierda...
Y del hotel... mejor no hablar... El mismo encanto que la mansión de los Monster; en recepción Cruella de Vil; el camarero hindú primo de Ghandi sacado de Bollywood... La habitación grande, sí, pero romántica como la cueva de un oso y un acogedor patio interior con las bragas de las vecinas colgando en tu ventana.
En esas, las fieras de la pasta empiezan a rugir y nos bajamos al cutrebar de la calle a comer un poquito. Después de comer, nos parece un perfecto momento para descansar así que una siestecita y a sobarla. Cuando despertamos, nos damos una vuelta por la ciudad para confirmar nuestros presagios: esto es una nube de mierda. Nos encontramos a una chica española que está haciendo el Erasmus aquí y nos dice que esto es así, sucio y con kilos de mierda, unos tipos medio locos y un centro histórico muy bonito que no nos convence para hacer un futuro viaje. Terminamos la vueltita y pal hotel, que mañana volvemos a casaaaaaa.








Nápoles... cualquier tiempo pasado fue mejor

Jo, hoy si que hemos sobado bien. Nos acostamos relativamente temprano y el avión no sale hasta la hora de comer así que la sobadita ha sido buena. Pues nada, a recoger, intentar cerrar las maletas que van petadas y pal Romeo. Hoy es su última vuelta por Italia: en el aeropuerto nos despedimos de él. Ha sido un gran compañero de viaje y ha respondido muy bien: ha aguantado a los locos del volante perfectamente... Adios amico, adios...






Y ahora a esperar a que salga el avión y recuperar la fianza de Romeo. Destino Barna.
Oeeee, oe, oe, oeeeeeee!!!! ya estamos en Españaaaa. Ya no hay que hablar raro: toooodos te entienden, que alegría. El problema es que ahora tenemos que esperar el avión de vuelta a casa y se hace muy pesado pero la alegría de saber que hoy dormiremos en nuestra camita, nos hace aquantar estas últimas horitas.
Y ya en casaaaaaa... Uyyyy, que bien se está aquí ahora, como en casita como en ningún sitio aunque hay que reconocer que ha sido un viaje irrepetible: nos lo hemos pasado teta, hemos jalado muy bien, hemos visto sitios irrepetibles y hemos aprendido una lección: no hay que conducir nunca por carreteras italianas. Os lo recomendamos, genial.
Y como dije antes, os voy a hacer dos apuntes especiales:

1º Comida: si te gusta la comida italiana, evidentemente triunfas. Las pizzas son cojonudas, con una masita muy fina pero bien cargaditas de sustancia y chicha. La pasta te puedes imaginar, cojonuda. Y además hay mil variedades; no solo spaghetti y macarrones sino mil cosas más. Y las salsas están riquísimas: caprese, amatriciana, boloñesa... Todas estupendas. El pescado está también muy bueno y lo hacen muy bien, de varias maneras todas ricas pero no lo que no hacen mucho es carne: no hemos comido prácticamente nada y si acaso, un poquito de pollo u día pero nada más. ¡¡Ah!! y lo mejor a mi gusto son los antipasti, que me he hinchao de ellos: hay de todo y variado, quesos, berenjenas, ensaladas, mejillones... De todo, ya te digo. Así que si vienes por aquí, sabes qeu con hambre no te vas a quedar. Me olvidadaba: hay unas rosquillas llamadas Tarallini que se salen. Yo las he probado al Limoncello y están divinas... Por cierto, todas las noches un chupito de Limoncello y te sobas como Dios.

2º Tráfico: no se te ocurra alquilar un coche. Aparte de que nos cobraron 1000 pavos de fianza, conducir con ellos es de locos. Si no hay gente, las carreteras están bien: bueno, las españolas le dan mil vueltas pero se puede conducir. El problema es cuando los autos locos se echan a la calle: les suda la polla el resto de gente. Si hay peatones, a por ellos ¡¡que no crucen!! El casco, para cocinar: si lo llevas, te multan, seguro, porque si no no es posible que nadie lo lleve... O eso, o es que son muy caros y pasan de gastar pasta. Para adelantar es una odisea; te echas al arcén y el de atrás pasa de largo... con lo que puede haber un momento en que en una carretera de dos carriles (ida y vuelta) haya tres coches paralelos a la vez. De la velocidad mejor no hablar... Todas las carreteras tiene un noventa en el arcén, pero no se que significa... Creo que son puntos: si vas como un cafre te llevas 90 puntos y los acumulas por premios o algo así, me tengo que enterar. Y si voy por la nacional y quiero torcer donde me salga de los cojones, pues se hace y a seguir palante: el de atrás que arree... Por que las salidas y entradas a las nacionales hay que verlas, patrocinadas por Talleres Galindo, fijo... Que curvas madre, que curvas!! Y los peatones son iguales: cruzan por donde les da la gana, que ya pararán los coches... Bueno, pa flipar. Pero que esta locura no empañe el resto del viaje porque es inolvidable.


Y esto es todo amici, los mochileros se despiden atentamente de vosotros, se van a poner a estudiar italiano y para relajar se van a tirar una semanita ahora en Lanzarote... y allí los guiris son ellos... A por ellos, oeeeee... Arrivederciiiii.